Agencia Reforma
Elia Martínez-Rodarte
Ya estuvo bueno de viejas locas que quieren igualdad en todo pasando por encima de los hombres, replicando los viejos y mamilas modelos de poder masculinos, y asumiendo un matriarcado patriarca pésimamente entendido. Por ello debo de informarles a mis vaginitas parlantes, que un hombre no tiene la obligación de follarte porque tienes ganas y te le tiras encima, cuál leoncita sobre un pobre lince.
Un hombre no tiene la obligación de follarte porque tienes ganas y te le tiras encima.
Una asume malamente que el hombre siempre quiere. Y que quiere con todas y como sea, y que son unos penes desaforados que pueden fornicar sin concierto tan pronto ven a una cavidad disponible.
Lo más hórrido del asunto es que a los hombres también les han hecho creer eso sus mismos pares masculinos, obligándoles a que se tiren a todo lo que se encuentre (o no…) en movimiento, aupándolos a que se comporten como monos bonobos. Esa especie de primatitos no perdona ningún agujero y se caracterizan por ser de los changos más folladores del planeta. Y aunque ustedes crean que ya conocen a un bonobo por su cuadra, muchas de las veces se comporta así por la presión social de los mismos vatos, para que folle indiscriminadamente porque tiene mucha testosterona que avalar y harta hombría que reiterar.
¿A quién le importa eso? Es un hombre más digno el que sabe negarse y prefiere no perjudicar a la damita que le ondea las bragas en la cara, que ir a follarla por obligación, para demostrar que es muy macho (cosa cursísima y demodé que ni a Pedro Armendáriz en sus arrebatos de charro bragado le quedaban) o lo peor: que le eche una follada por lástima o compasión. Para que no quede mal la mensa, ni él, pues…
Fuera de ostentosidades testosterónicas y de mis muchos ejemplos National Geographic del día de hoy, conmino a los varones, a que se mesen bien los cojones y sepan decirle no a la muchacha o mujer que intenta arrinconarlos para el fornicio.
Hay hombres que no quieren follar porque no desean ser infieles, y en verdad les importan sus relaciones.
No me importan sus motivos, todos son válidos. Hay hombres que no quieren follar porque no desean ser infieles, y en verdad les importan sus relaciones. Algunos sí de plano le tienen cuscus a su vieja, y prefieren rajarse, para no sacar a pasear a su Godzilla sobre Tokio. Otros quisieran decir que no porque, aún suene muy entusiasta y cachonda la propuesta, la morra está hórrida aunque esté buena, o está pepenable pero tiene cara de máscara de teatro Kabuki, o está gachamente fea y ya. Algunos de más allá a veces preferirían negarse, pero los agarran descuidados y terminan echándose a una dama, a la que en un futuro, le estarán sacando la vuelta todo el tiempo. Porque hay unas que, como ya les dijeron que sí a follar, creen que tienen derecho de piso y que por un solo brinco, han ganado el derecho a sacarle punta a ese caballero todas las veces que les apetezca.
Digan que no a tiempo y desalienten a esa mujer, porque es por su bien y por el de ella.
Caballeros, muchachos, amigos míos… Digan que no a tiempo y desalienten a esa mujer, porque es por su bien y por el de ella. El ejercicio del sexo debe ser responsable, protegido, higiénico y por supuesto, consensuado.
Que nadie les orille a follar cuando ustedes no quieran, aunque la señora ya se haya apoderado de sus braguetas y se les haya hincado en frente.
Denle a su pene la dignidad que merece.