Agencia Reforma
El abuso emocional es un proceso en el que las ideas, sentimientos, características de personalidad y percepciones de una persona son despreciados hasta que llega un momento en que la víctima empieza a ver estos aspectos de sí misma como gravemente dañados o incluso ausentes. Así, se produce una destrucción de la identidad personal.
Muchas parejas intercambian ocasionalmente palabras hirientes o humillantes durante una discusión. Sin embargo, el abuso emocional es mucho más que eso; es algo que se da de manera prolongada con la intención consciente o inconsciente de despreciar y controlar a la víctima.
Los efectos del abuso emocional son mucho más destructivos que el abuso.
Con el abuso físico también se produce un abuso emocional, pues los golpes implican una humillación, ofenden a la persona y suelen ir acompañados de insultos.
Las consecuencias
Los efectos del abuso emocional son mucho más destructivos que el abuso físico y el principal responsable de los trastornos psicológicos que se producen durante el abuso físico. Aunque a menudo el maltratador comienza con maltrato psicológico y sigue con maltrato físico, no siempre es así, y a veces nunca dan el paso al maltrato físico, pero continúan con el abuso emocional durante años.
El ciclo
Usualmente se da un patrón repetitivo, sobre todo cuando el abuso emocional va acompañado de agresión física; así, la tensión se intensifica hasta que se produce un estallido de violencia, que suele ir seguido de un periodo de calma caracterizado por el arrepentimiento del maltratador, quien adopta una actitud más cariñosa, hasta que la tensión se incrementa nuevamente y se produce una nueva explosión.
También hay un patrón sutil con el cual el abusador desprecia las acciones, pensamientos y emociones de la víctima. Por ejemplo, tal vez no diga que no le gusta cómo se ha vestido la víctima, pero mira de arriba abajo con desaprobación y transmite, sin palabras, un mensaje como: «No eres ni capaz de arreglarte, que mal te ves», o si la pareja expresa algún temor, en vez de ayudar, mira con asentimiento o gestos de desprecio.
De este modo casi cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima es considerado incorrecto o negado de un modo indirecto.
Cuando este proceso de abuso se repite de forma prolongada, llega un momento en que la víctima duda de sus capacidades, ideas, gustos, emociones y sentimientos. Si, además, como suele ser habitual en estos casos, la pareja ha alejado paulatinamente a su víctima de familiares y amigos, se borra quién refute sus palabras.
Esto es una erosión de la identidad personal; la víctima, al dudar de sus ideas, creencias, emociones, valores, metas, etcétera, y al empezar a pensar que pueden ser inadecuados y erróneos, comienza una franca destrucción del sentido de su identidad.
Sensación de estar desapareciendo, como si se desvanecieran poco a poco y empezaran a dejar de existir.
Así, aparece una sensación de vacío interior, de soledad y tristeza. Algunas víctimas de abuso emocional tienen la sensación de estar desapareciendo, como si se desvanecieran poco a poco y empezaran a dejar de existir. Una severa y profunda depresión es el siguiente trastorno, por lo cual hay que solicitar ayuda profesional a tiempo.
INFORMACIÓN
Lectura recomendada:
«Abuso Emocional», de Mariana Barrancos. Editorial Lulu.com
ISBN 978-0-557-09276-5
¡Cuidado!
Conductas que indican abuso emocional:
-Gritar, insultar, despreciar, criticar, ridiculizar a la víctima o expresar asco hacia ella.
-Arrojar objetos, –no necesariamente a la víctima–, dar golpes en paredes, portazos o romper cosas.
-Ignorar a la pareja o amenazarla con romper la relación o negarse a mantener una conversación o rechazar cualquier gesto de afecto de la pareja.
Impedir que vea a familiares y amigos, de manera que quede aislada de otras personas.
-Impedir que vea a familiares y amigos, de manera que quede aislada de otras personas.
-Celos y posesividad excesivos: controlar lo que hace y con quién está, mediante llamadas telefónicas frecuentes, preguntas constantes para saber dónde y con quién está en todo momento.
-Impedirle hacer llamadas telefónicas o el acceso al manejo del dinero familiar, tarjetas de crédito, etcétera.
-Interferir en oportunidades de trabajo, estudios o atención psicoterapéutica.
-Obligar a tomar parte en actividades delictivas.
-Amenazar de muerte o de agresión física o sexual, a sus hijos o animales domésticos.